HÁBITOS SALUDABLES
El ejercicio físico y una buena alimentación ayudan a mantener sano el aparato locomotor; pero, además, es muy importante mantener posturas adecuadas en todo momento: frecuentemente adoptamos posturas que repercuten sobre el esqueleto y los músculos. Si las malas posturas se prolongan y repiten continuamente, además de fatigar los músculos, pueden ocasionar deformaciones permanentes en los huesos, especialmente en la columna vertebral.
Algunos hábitos adecuados son:
* Usar calzado adecuado, ya que los pies son una de las zonas más importantes del cuerpo al tener que aguantar todo nuestro peso. Un calzado inadecuado (muy ajustado y tacones demasiado altos), puede provocar problemas: aparición de callos y juanetes en el pie, así como malformaciones y lesiones, sobre todo en la columna vertebral.
* Transportar los objetos pesados manteniendo siempre la columna erguida, ya que en caso de doblarse (tanto en el transporte como en su elevación) se producen estiramientos de los músculos de la espalda y posibles hernias discales. El transporte de bultos sobre la espalda en posición elevada, casi a la altura de los hombros (mochilas), es el que menos afecta a la columna, ya que ésta debe realizar menos esfuerzo.
* Cuando estamos sentados, la silla o sillón debe tener una altura adecuada, de modo que los pies lleguen bien al suelo y no queden colgando o mal apoyados, pues se producen dificultades de circulación traducidas en hormigueo y calambres. El asiento debe ser resistente, pero no tan duro que el glúteo quede comprimido. Se han de evitar los sillones demasiado mullidos, butacas y sofás en los que el cuerpo queda hundido por debajo de las rodillas, dado que así se fuerza la zona baja de la columna vertebral.
* El colchón para dormir debe ser lo suficientemente resistente para no deformarse bajo el peso del cuerpo y lo suficientemente blando para acoplarse ligeramente a éste, proporcionando mayor superficie de contacto y confort.
EJERCICIO FÍSICO
Las lesiones pueden subsanarse, en parte, si se ejercita el aparato locomotor. Los músculos que lo conforman se atrofian por falta de trabajo, pero si los hacemos trabajar se desarrollan más.
Lesiones musculares, como las contracturas o el tirón, y las lesiones en los ligamentos pueden evitarse si el músculo ha trabajado de forma progresiva gracias a un buen calentamiento.
Cuando hacemos ejercicio de forma regular, es decir, entrenando, no sólo nos estamos divirtiendo, también conseguimos:
* Aumentar el desarrollo de todos los músculos, en general, por lo que están más adaptados a esfuerzos prolongados y, con ello, se previenen muchas lesiones.
* Aumentar la actividad cardíaca, con lo que el miocardio, músculo del corazón, aumenta de tamaño y resiste mejor los esfuerzos intensos.
* Mejorar el riego sanguíneo, por lo que previene accidentes cardiovasculares.
* Aumentar el desarrollo de los músculos del tórax, por lo que también aumenta la capacidad vital de los pulmones.
* Aumentar la coordinación, la agilidad, la potencia, la velocidad, la flexibilidad.
* Prevenir el exceso de peso.
* Regular la motilidad del intestino, evitando el estreñimiento.
* Mejorar el descanso.
El ejercicio debe realizarse teniendo en cuenta la edad, el sexo, la forma física... Si el ejercicio no se adapta a las características de cada persona, puede provocar lesiones o afectar a la salud.
La alimentación es otro factor a tener en cuenta para el mantenimiento del aparato locomotor, ya que una buena osificación dependerá de la cantidad de calcio y fósforo que el individuo absorba en el proceso digestivo.
La Provitamina D que introducimos en nuestro cuerpo, a través de los alimentos, y que se transforma en vitamina D con el sol, favorece el depósito de calcio en los huesos.
Una dieta rica en glúcidos es necesaria tras una actividad muscular intensa, pues con ella, se reponen las reservas de glucógeno existentes en las fibras musculares.