¿QUÉ SON LAS HISTORIAS SOCIALES ACTIVAS? Algo que posiblemente, mucha gente esté utilizando de forma innata y que, también es posible, otras muchas personas todavía no se hayan dado cuenta de utilizar nunca o habitualmente, como me ha pasado a mí hasta hace bien poco. Una historia social activa consiste en explicaciones sobre una situación, dirección, efecto y síntesis de una dificultad, pero de forma oral y acompañada de imágenes sencillas expuestas, normalmente en el momento surge el problema, bien sea para darle una pauta de aprendizaje o para guiarle en un asunto social. Su nombre surgió por varias razones; la primera es porque siendo en su mayoría historias sociales, están enfocadas, estructuradas y realizadas de manera distinta; lo que a mi forma de ver requiere una denominación distinta para no confundirlas. La segunda porque se pueden hacer en el mismo momento en que surge un problema o dificultad; ya sea en casa, en la calle o en el colegio, en una pizarra o en cualquier sitio, si tenemos la precaución de llevar siempre en el bolso un cuaderno para este menester o una Tablet, pues la palabra activa implica celeridad, ligereza y resolución ya que trabajadas así agilizan el trabajo diario y continuo que hemos de hacer con nuestros hijos o alumnos para ayudarles a comprender alguna situación que no entienden.
Esto hace que trabajemos la dificultad en el momento en que surge que es, precisamente, el mejor momento para enseñarles. Las historias sociales clásicas requieren de un tiempo de elaboración por nuestra parte que, muchas veces, nos cuesta encontrar, lo que contribuye a ir amontonando los aprendizajes que nuestros hijos o alumnos necesitan y favoreciendo su frustración.
Otras ventajas que encontramos realizando Historias Sociales Activas es que nos ahorramos las lecturas posteriores que necesitarían con las Historias Sociales clásicas y que probablemente se deba a que dicha lectura no siempre se realiza en el momento adecuado, lo que puede provocar que el niño no le preste la atención que merece.
Por lo que he podido comprobar, utilizar las Historias Sociales Activas funciona, la gran mayoría de veces con una sola exposición, que puede oscilar entre 30, 60 o 90 segundos. Aunque esto ocurre siempre que demos de lleno en el verdadero motivo de su incomprensión o duda.
Pues para otras dificultades como las manías, inquietud, gusto personal o desazón, he observado que el resultado, tanto con unas historias como con las otras no es tan efectivo, sino que además requiere de mucha paciencia por nuestra parte y de ir encauzando dichas obsesiones o emociones con varios trabajos conjuntos, hasta ayudarles a salir de ellas. Y en esto, en la dificultad para salir de las emociones angustiosas, no veo que exista demasiada diferencia entre el Síndrome Asperger y el Neurotípico.
Tal vez la diferencia esté en que si bien en nosotros pueden pasar desapercibidas por la capacidad que tenemos para disimular, en ellos se produce una reacción externa que hay que atender con rapidez. Muchos de ellos no saben explicar cómo se sienten, sin embargo suelen mostrar su frustración de alguna manera, explicable o inexplicable para nosotros. Al fin y al cabo, hay emociones u obsesiones que son difíciles de digerir o erradicar para cualquier persona.
Antes de presentar el trabajo de: Aprendo a hacer Historias Sociales en las II Jornadas de Alicante, me había dado cuenta de que cambiando los escritos por lo dibujos cada vez que tenía que corregir alguna actitud improcedente de mi hijo, funcionaba muy bien. Era un trabajo rápido, efectivo y para el que estaba mejor predispuesto.
Un par de años antes Ian me había dicho que no necesitaba que le pusiera dibujos en las historias sociales que le preparaba para corregir algún tema. Debe de ser la edad, pensé y, por ese motivo, parte de las historias sociales que hay expuestas en mi libro de pictogramas, se las hice sin dibujos; trabajo que como expuse fue en su mayoría efectivo.
A pesar de darme cuenta del efecto tan rápido y positivo que ejercían las nombradas Historias Sociales Activas, pasaron meses hasta que de manera habitual comenzara a utilizarlas para todo. Muchas veces, a pesar de hacernos consientes de algo, necesitamos un tiempo de asimilación para poder efectuar los cambios oportunos en nuestra conducta y realizar el nuevo aprendizaje con asiduidad.
Al principio utilizaba las historias sociales activas únicamente cuando Antonio, mi marido, traía alguna queja sobre el trabajo que había realizado Ian en el taller en el que trabaja desde los diecisiete años y que es una empresa familiar de coches y maquinaria agrícola.
Cuando, al llegar a casa, escuchaba a su padre contarme el error que había cometido, su actitud se abría hacia una explicación, y me miraba con el ceño fruncido como diciéndome: - ¿Pero qué es lo que he hecho mal? Lo que favorecía que su ánimo reviviese la situación vivida, rebobinando hasta el momento en que se le había dado el toque de atención. Entonces me iba a la pizarra y le explicaba por medio de dibujos realizados de una forma espontanea y sin mucho esmero lo que necesitaba saber y lo equivocado de su conducta o reacción. El hecho de que fueran dibujos tan sencillos y básicos no parecía importarle, pues entendía a la perfección lo que pretendía enseñarle.
Ahora, al más mínimo problema de comprensión, es él quien me pide que le explique en la pizarra por medio de simples dibujos.
A Ian parece gustarle bastante esta nueva medida, incluso me aporta información de los detalles que necesita ver en el dibujo, posiblemente para situarse mejor en el escenario que ha de ver en su mente.
En más de una ocasión, después de adquirir la comprensión que le faltaba con las historias sociales activas, su actitud no ha podido ser más clara y contundente. Un suspiro acompañado de una sonrisa y un abrazo me ha mostrado su gratitud por la explicación más fácil, rápida y amena que, hasta este momento, hemos logrado encontrar.
PREGUNTAS
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